Estudios recientes indican que una persona motivada rinde un 80% de su tiempo frente al 50% de una persona no motivada. Cifras como éstas son clave para entender por qué la felicidad se ha convertido en un factor para aumentar la productividad.

La propia realidad de las organizaciones, al igual que los modelos de gestión, está en constante evolución y adaptación al entorno. Vivimos en una era conectada al mundo, a la tecnología, al conocimiento y a la complejidad de las relaciones humanas. Para ayudar a conseguir que los trabajadores del siglo XXI sean felices hay que satisfacer unas necesidades básicas, muy diferentes a las de años atrás. Una persona que no tiene tiempo para disfrutar de su familia, de sus amigos, de su ocio es casi imposible que pueda rendir, felizmente, en su trabajo.

Es necesario recordar que el trabajo es una necesidad creada por la sociedad de consumo y al que dedicamos muchas horas de nuestra vida, por lo que es normal que surjan nuevos modelos de gestión que intenten empoderar a la persona/empleado. El salario ya no es el principal indicador de la satisfacción de los trabajadores. Ahora se valora más el poder trabajar en un buen ambiente laboral, el reconocimiento profesional y la calidad de vida.

La figura del Gestor de la Felicidad (GEFE) nace de la necesidad de dar valor a las personas. Un GEFE es un generador de beneficios sostenibles y trabaja en dar acertadamente responsabilidades, reconocer la contribución de todas las personas que forman el equipo, tiene claro que para ser productivos hay que trabajar en los factores motivadores, que los haga felices, de esta manera las cifras puestas como objetivo se obtendrán con mayor facilidad.

Hay que comprender que el talento de las personas es el motor que hace que las empresas existan como tal, por lo que un GEFE deberá tomar el compromiso de conocer a su equipo en profundidad: conocer sus habilidades, cómo potenciarlas, cómo manejar sus puntos débiles, y aprovechar sus fortalezas. Su labor consiste en detectar el potencial intangible de los empleados para convertirlo en resultados tangibles, en mejores servicios, en mejor clima de trabajo, en una mejor relación con los clientes y por lo tanto mejores ingresos.

Las organizaciones del futuro deben estar enfocadas en generar equipos profesionales cualificados y felices. El GEFE cuida a sus trabajadores para que ellos a su vez cuiden a los clientes, debe proporcionar un esquema de trabajo al empleado, que le permita cumplir con su objetivo de vida, y principalmente un GEFE disfruta (y hace disfrutar) su trabajo.

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